Tuesday, May 19, 2009

En las nubes/ Ian McEwan

Un buen amigo me regaló este libro en mi último cumpleaños y hoy que casi volvemos a la fecha me hice el propósito de leerlo. El resultado es ambivalente: frustración y felicidad: frustración por haber dejado pasar tanto tiempo para poder leerlo y felicidad por el hecho de haberlo hecho. En las nubes es uno de esos libros certeros, donde se despierta la vida. Peter Fortune un niño con demasiada imaginación recorre en varios cuentos, distintas etapas de su vida en las que el mundo de lo fantástico se le revela con inusual fuerza, mostrándole el hastío de la vida, pero también la belleza de la vida. Al final, cada fantasía lo lleva al descubrimiento del amor, acaso el mayor descubrimiento del hombre. Es una realidad que quien no ama, al menos una cáscara de plátano, no puede estar entre sus congéneres más que para joder o destruir. Pero al final, he podido leer En las nubes. Con una prosa amena, con giros poéticos ligeros pero con la construcción de imágenes y paisaje que parten de lo plástico para describir lo humano, es como McEwan crea a este chico inolvidable que lo mismo será enjuiciado por las muñecas de su hermana, que descubrirá-compartirá el cuerpo del viejo gato de la casa y que encontrará, una mañana cualquiera, encerrado en el cuerpo de un adulto torpe, el mayor don posible en los labios de la chica Gwendoline: el amor, sólo para perderlo al volver a la infancia.
Editorial: Anagrama
p. 147

Tuesday, May 05, 2009

Sin tetas no hay paraíso/ Gustavo Bolívar Moreno

Una de las telenovelas más deliciosas que he visto ha sido Sin tetas no hay paraíso. La historia trata sobre una chica que quiere ponerse tetas para ser una de las queridas de los "traquetos", es decir, los narcos en Colombia. La vida de Catalina será como un pequeño viaje por la tierra de Oz, donde lo mismo se encontrará con sus hombres de hojalata, sus espantapájaros y hasta la bruja del Oeste ¿o es del Este? Sólo que en lugar de páramos desiertos y monos que vuelan, encontrará guardaespaldas, viajes por yate y helicóptero, narcos mayores y menores, doctores que operan cobrándose con acostones, políticos corruptos codeándose todos ellos entre la envidia, la violencia y la factory tetas, como dice uno de los personajes de la novela. Esta obra de Gustavo Bolívar refleja la ambición de miles de chicas en nuestro continente y ah cómo es divertida y tiene muchos párrafos dignos de repetirse en cualquier medio:
"La niña sentía morirse de pena haciendo el ridículo en medio de 59 mujeres tan pobres como ella, tan idiotas como ella, tan estúpidas como ella, pero con las tetas más grandes que las de ella."
O bien, la descripción que hace de los narcos, sin duda, de antología.
"Seres muy básicos, sumamente ambiciosos, enfermos de la plata, adoradores del dinero fácil, prepotentes, inundados de ego y vanidad, delicados, no por sus modales sino por su intolerancia, infieles, mujeriegos, bonachones y mentirosos. Semidioses de un Olimpo imaginario y ficticio, parranderos sin medida, muchos de ellos viciosos y enviciadores, malvados, sin escrúpulos, voraces, altaneros, incapaces de sortear la soledad o una crisis económica, fanfarrones inseguros, necesitados de mostrarle al mundo su capacidad financiera, traumatizados, dementes, capaces de vender a su madre a la DEA con tal de conseguir una rebaja de penas antes de subir, encadenados de pies y manos, a un avión de bandera estadounidense con sus turbinas encendidas apostado en la pista de Catam del aeropuerto El Dorado en Bogotá."
Con una novela fársica como ésta, el lenguaje se sirve para contar de manera chistosa, cínica y dolorosa el viacrucis de Catalina por encontrar a su traqueto y por supuesto, a sus tetas. A veces falla el narrador y se diluye un poco la tensión y hace un uso reiterado de sus técnicas narrativas, pero la novela cumple. Sin duda. Ahora que se nos vimo la influenza, nada como Sin tetas no hay paraíso para levantarnos.
Editorial: De Bolsillo, de Random House Mondadori.
P. 248

Charlie y la fábrica de chocolate /Roald Dahl

No sé dónde leí, recientemente, que un escritor decía que, mientras se siguiera leyendo a Dahl, tenemos algo de esperanza. A mí me parece lo mismo. Acabo de leer Charlie y la fábrica de chocolate sin muchos deseos de ver la versión fílmica. La historia es sabrosa: un chico de familia pobre, muy muy pobre, se gana un boleto dorado para conocer el interior de la famosa fábrica de chocolate de Willie Wonka. Asiste con su abuelo y ahí descubre, de la mano del viejo Wonka, los dulces más sorprendentes, las jaleas más insospechadas e incluso chiclets que saben a comida (incluido pastel de arándano). Mientras tanto, Roald se da gusto en criticar a los padres que les dan todo a sus hijos, a los niños glotones, a los niños que solo ven televisión e incluso modales, sobre lo mal que se ve masticar un chicle. Al final, bueno, lean el final, termina uno con deseos de no comer dulce por un buen rato, por además, ninguno de los dulces que hay en las tiendas se acercan, ni por error, a los dulces deliciosos de Wonka. Hay que leer a Roald Dahl. Sin duda. Su imaginación es clara, poderosa y lo mejor del caso, cálida.
Editorial: Alfaguara infantil
p. 172

Saturday, May 02, 2009

Estación Hawksbill, Robert Silverberg

Tengo un deja vu de que alguien vendrá a grafitear este post... en fin.

Hace muchos años tenía un par de amigos fanáticos de la Ciencia Ficción. Sus casas eran inmensas bibliotecas donde lo mismo se podía encontrar a Asimov que Fundación e Imperio. Gracias a ellos di con una colección de Plaza & Janés que se llama Mundos Imaginarios y donde me leí una interesante y divertida novela de Brian Aldiss, Galaxias como granos de arena.
Ahora acabo de leer Estación Hawksbill, del no menor escritor Robert Silverberg, de quien anda por aquí la reseña de uno de sus libros. En Estación Hawksbill, Silverberg crea una prisión para comunistas, prisión ubicada en el planeta Tierra, sí, pero en el periodo cámbrico. Una planicie roja, volcanes virulentos y un mar cálido que arroja trilobites es el paisaje para esta estupenda novela.
La tensión inicia cuando un nuevo prisionero llega a la estación y con él las dudas de siempre, relativas a si ese mundo del futuro ha cambiado, qué nuevas cosas han ocurrido y si el destino de ese puñado de hombres viejos y locos, más lo segundo que lo primero, tiene alguna esperanza de regresar al 2025.
Me gustan los personajes de Silverberg, hombres derrotados, pero que se mantienen en vilo en la soledad gracias a cierto honor que los ha vencido y al mismo tiempo los alienta. Si la literatura nos debe de regalar imágenes, este libro me dio varias que no había pensando: un viejo renco, apoyado en una muleta, que mira, más allá de la planicie roja y en la soledad de sus recuerdos, una pequeña lancha donde cuatro de sus compañeros pelean por sacar al mayor trilobite de la historia para poder comer esa carne esponjosa, dice Silverberg y terrible.
Editorial Plaza & Janes
Colección Mundos Imaginarios
p. 223