Sunday, November 01, 2009

Mudanza

Nuevo blog. Nos vemos por allá.

www.kozameh.wordpress.com

Friday, September 04, 2009

Charlie y el Gran Ascensor de cristal/Roal Dahl

La última vez que había visto al joven Charlie estaba en un ascensor de cristal que acababa de salir disparado al cielo después de terminar la visita a la fábrica de chocolate. En esta secuela de Charlie y la fábrica de Chocolate, el Sr. Willy Wonka sigue igual de deschabetado que en el libro anterior y la abuela Josephine, Georgiga y George siguen igual de ácidos y criticones como muchos viejos del mundo y Charlie, el abuejo Joe y el Señor y la Señora Burke siguen igual de inteligentes, animosos y escepticos como en el libro anterior. Me gustan las secuelas, sin duda alguna. Lo mejor de Charlie y el Gran Ascensor de cristal es que de varias maneras amplia el universo fantástico de la fábrica de chocolate tanto dentro como fuera de ella. Vamos a un rápido viaje al espacio donde Charlie y compañía, dentro del ascensor de cristal, defienden a una cápsula espacial del ataque de Knidos Vermiciosos, unos seres alargados, verdes, con ojos rojos y colas puntiagudas y terminamos de nuevo en los misterios de la fábrica (ooompa loompas incluidos con canciones) con una inesperada aventura donde los abuelos rejuvencen y envejecen. Aparecen minas de caramelo y pozos de chocolate y la tierra de Menoslandia. Y en todas partes, está, la sólida imaginación roaldiana, con sucesos inesperados relatados con el menor empacho, tanto que uno tiene que "rejuvenecer" con la lectura, pelear contra esa "vejez" lectora que nos incultan en las facultades de filosofía y letras. Singular y sólida novela juvenil. No dejen de leerla.
Charlie y el Gran Ascensor de cristal. Roal Dahal. Alfaguara infantil, 2008, 166 p.

Tuesday, September 01, 2009

El arte de Julio Torri/ Serge I. Zaïtzeff

Por algún motivo, desde que compré el libro, hará unos dos años, sentía que tenía una deuda con él. Lo veía en mi librero y ya mi mano iba hacia él cuando distraía la mirada y tomaba cualquier otro ejemplar que por supuesto, no terminaba. Pero hoy finalmente he podido leer El arte de Julio Torri, un singular trabajo crítico sobre uno de los escritores de esa generación perdida que sufrió la revolución y cuyos hijos más valiosos se instalaron en el extranjero como Vasconcelos, Reyes, Martín Luis Guzmán y Pedro Henríquez Ureña. Sin embargo Torri se quedó y cómo bien lo muestra la relación epistolar al final del libro, tuvo que sobrevivir de todo y de nada, mientras creaba una ideologia de la brevedad como género literario. Serge Zaïtzeff desmenuza con claridad la obra de este autor coahuilense, lo mismo parte de la génesis del texto breve, como relaciona a Torri y lo coloca a la saga de mucha de la obra breve que más tarde escribirían Arreola, Monterroso o Borges. Al final viene una reseña de la obra de Mariano Silva y un divertido texto sobre la destrucción de la ciudad de México. El libro da además otro tipo de luces, al mostrar un ideario sobre la literatura, la amistad, el honor e incluso la misoginia de Torri en sus textos, este Torri que andaba en bicicleta, que tenía picosas relaciones amorosas y sobre todo, que se encerraba en su biblioteca echado de menos la charla con Ureña y Reyes, algo que en suma también es difícil encontrar en nuestros días: buenos charlistas. Es sin dudad, éste, una aproximación a ese hombre tan disputado en nuestros días en el premio de Tierra Adentro.
El arte de Julio Torri, Serge I. Zaïtzeff, Editorial Oasis, 182 paginas. 1983

Sunday, August 30, 2009

Volando solo /Roal Dahl

Tengo una pasión: los aviones y los artefactos bélicos, pero nada me gusta más como leer biografías o en este caso, autobiografías. Volando solo son los recuerdos de Roal Dahl durante su etapa como piloto de la RAF en el teatro de operaciones griego y más tarde sirio. Estamos ante una visión poco romántica y también poco hiperrrealista de un hombre para quien la guerra fue un hecho finalmente práctico, como lo dice en las siguientes líneas "La superviviencia no era por lo que uno luchaba más. Empezaba a darme cuenta de que única forma de comportarse en una situación en la que llovían bombas y pasaban silbando las balas, era aceptar los peligros y todas sus consecuencias con la mayor calma posible. Angustiarse y desesperarse por ello no servía para nada." Visto desde este punto de vista, las crónicas que Dahl hace de sus años como piloto no sólo es cruda, sino sensible a la vez. Relata un vuelo rasante por la pradera, mientras huye de los Uno-Cero-Nueve, y alcanza a ver una cabra, relata una escena casi jocosa de un león que se robó a una mujer, llevándola en el hocico durante más de doscientos metros y sobre todo, se respira en la obra el profundo amor de un hijo por su madre, visto desde las constantes cartas que Dahl envía a su madre desde los distintos campos de batalla. Las descripciones de los enfrentamientos aéreos que sostuvo son inquietantes, como la breve descripción que hace de la batalla de Atenas, donde los últimos 15 hurricanes que defendían Grecia se batieron con más de 200 Meschermints 109 y 11o. Y Dahl también habla en el libro, con amor, de los aviones, los viejos Gladiator, los confiables Tiger Moth y los terribles bombarderos Ju 88. Entre toda esta parafernalia bélica, sin embargo, es posible encontrar algunas anécdotas que darían pie a escenas y relatos de sus libros futuros. Leer Volando solo es como entrar al diario de un amigo, amigo que no pasaría exento de polémicas en su vida , un diario que nos sorprende por su sencillez y calidez.
Volando solo, Roal Dahl, Alfaguara infantil, México, p. 184, 1998

Thursday, August 27, 2009

El gran cambiazo/ Roald Dahl

Siempre he sentido debilidad por los cuentos y relatos largos. No es fácil escribirlos. Mantener la tensión y el interés exige de cierta cualidad de trabajo que no se consigue con los años. Y también, siempre he sentido cierta debilidad por la obra de Roald Dahl, de quien leí, curiosamente, en primera instancia una de sus obras para adultos: Mi Tío Oswald y después di un salto diría cuántico hacia su estupenda y sensible obra para adolescentes. En El gran cambiazo, Dahl nos narra cuatro picantes historias relacionadas con la libertad sexual. Dos son apuntes del gran diario del libertino ¿es acaso correcto llamar libertino al tío Oswald?, Oswald Hendryks Cornelius. Las otras son versiones chispeantes sobre el acto sexual. Es curioso que la obra de un escritor pueda desdoblarse tanto como la obra del británico, que siempre parece estar dándo saltos, nerviosa, inesperada, desde una niña que tiene poderes mágicos hasta la irresistible Anna Copper, una mujer que ha perdido al marido y coquetea con el suicidio hasta que encuentra a un viejo amante que la llevará a un inesperado final, en "El último acto", uno de los cuentos que componen este libro. El resto de los textos son: "El visitante", una crónica del tío Oswald cuando un misterioso hombre lo invita a su casa en el desierto, donde encuentra a dos sensacionales mujeres, "El gran cambiazo", la historia de dos maridos que fabulan un plan para intercambiar esposas por una noche, "El último acto", del que ya hablé y finalmente el cuento de "Perra", otro relato del tío Oswald donde éste ayuda a un científico a descubrir el aroma que puede poner a los hombres en celo, ¿más?, preguntará con ironía alguna lectora. Sí, más. En este caso, no importa que se cuenten las historias, leer a Roald Dahl tiene una magia inestimable. Al tomar sus libros somos siempre el lector más atento así que estemos leyendo Agu Trot o El gran cambiazo.
El gran cambiazo, Roald Dahl, Anagrama, 1994, 170 páginas.

Tuesday, May 19, 2009

En las nubes/ Ian McEwan

Un buen amigo me regaló este libro en mi último cumpleaños y hoy que casi volvemos a la fecha me hice el propósito de leerlo. El resultado es ambivalente: frustración y felicidad: frustración por haber dejado pasar tanto tiempo para poder leerlo y felicidad por el hecho de haberlo hecho. En las nubes es uno de esos libros certeros, donde se despierta la vida. Peter Fortune un niño con demasiada imaginación recorre en varios cuentos, distintas etapas de su vida en las que el mundo de lo fantástico se le revela con inusual fuerza, mostrándole el hastío de la vida, pero también la belleza de la vida. Al final, cada fantasía lo lleva al descubrimiento del amor, acaso el mayor descubrimiento del hombre. Es una realidad que quien no ama, al menos una cáscara de plátano, no puede estar entre sus congéneres más que para joder o destruir. Pero al final, he podido leer En las nubes. Con una prosa amena, con giros poéticos ligeros pero con la construcción de imágenes y paisaje que parten de lo plástico para describir lo humano, es como McEwan crea a este chico inolvidable que lo mismo será enjuiciado por las muñecas de su hermana, que descubrirá-compartirá el cuerpo del viejo gato de la casa y que encontrará, una mañana cualquiera, encerrado en el cuerpo de un adulto torpe, el mayor don posible en los labios de la chica Gwendoline: el amor, sólo para perderlo al volver a la infancia.
Editorial: Anagrama
p. 147

Tuesday, May 05, 2009

Sin tetas no hay paraíso/ Gustavo Bolívar Moreno

Una de las telenovelas más deliciosas que he visto ha sido Sin tetas no hay paraíso. La historia trata sobre una chica que quiere ponerse tetas para ser una de las queridas de los "traquetos", es decir, los narcos en Colombia. La vida de Catalina será como un pequeño viaje por la tierra de Oz, donde lo mismo se encontrará con sus hombres de hojalata, sus espantapájaros y hasta la bruja del Oeste ¿o es del Este? Sólo que en lugar de páramos desiertos y monos que vuelan, encontrará guardaespaldas, viajes por yate y helicóptero, narcos mayores y menores, doctores que operan cobrándose con acostones, políticos corruptos codeándose todos ellos entre la envidia, la violencia y la factory tetas, como dice uno de los personajes de la novela. Esta obra de Gustavo Bolívar refleja la ambición de miles de chicas en nuestro continente y ah cómo es divertida y tiene muchos párrafos dignos de repetirse en cualquier medio:
"La niña sentía morirse de pena haciendo el ridículo en medio de 59 mujeres tan pobres como ella, tan idiotas como ella, tan estúpidas como ella, pero con las tetas más grandes que las de ella."
O bien, la descripción que hace de los narcos, sin duda, de antología.
"Seres muy básicos, sumamente ambiciosos, enfermos de la plata, adoradores del dinero fácil, prepotentes, inundados de ego y vanidad, delicados, no por sus modales sino por su intolerancia, infieles, mujeriegos, bonachones y mentirosos. Semidioses de un Olimpo imaginario y ficticio, parranderos sin medida, muchos de ellos viciosos y enviciadores, malvados, sin escrúpulos, voraces, altaneros, incapaces de sortear la soledad o una crisis económica, fanfarrones inseguros, necesitados de mostrarle al mundo su capacidad financiera, traumatizados, dementes, capaces de vender a su madre a la DEA con tal de conseguir una rebaja de penas antes de subir, encadenados de pies y manos, a un avión de bandera estadounidense con sus turbinas encendidas apostado en la pista de Catam del aeropuerto El Dorado en Bogotá."
Con una novela fársica como ésta, el lenguaje se sirve para contar de manera chistosa, cínica y dolorosa el viacrucis de Catalina por encontrar a su traqueto y por supuesto, a sus tetas. A veces falla el narrador y se diluye un poco la tensión y hace un uso reiterado de sus técnicas narrativas, pero la novela cumple. Sin duda. Ahora que se nos vimo la influenza, nada como Sin tetas no hay paraíso para levantarnos.
Editorial: De Bolsillo, de Random House Mondadori.
P. 248

Charlie y la fábrica de chocolate /Roald Dahl

No sé dónde leí, recientemente, que un escritor decía que, mientras se siguiera leyendo a Dahl, tenemos algo de esperanza. A mí me parece lo mismo. Acabo de leer Charlie y la fábrica de chocolate sin muchos deseos de ver la versión fílmica. La historia es sabrosa: un chico de familia pobre, muy muy pobre, se gana un boleto dorado para conocer el interior de la famosa fábrica de chocolate de Willie Wonka. Asiste con su abuelo y ahí descubre, de la mano del viejo Wonka, los dulces más sorprendentes, las jaleas más insospechadas e incluso chiclets que saben a comida (incluido pastel de arándano). Mientras tanto, Roald se da gusto en criticar a los padres que les dan todo a sus hijos, a los niños glotones, a los niños que solo ven televisión e incluso modales, sobre lo mal que se ve masticar un chicle. Al final, bueno, lean el final, termina uno con deseos de no comer dulce por un buen rato, por además, ninguno de los dulces que hay en las tiendas se acercan, ni por error, a los dulces deliciosos de Wonka. Hay que leer a Roald Dahl. Sin duda. Su imaginación es clara, poderosa y lo mejor del caso, cálida.
Editorial: Alfaguara infantil
p. 172